martes, 28 de diciembre de 2010

¿Milagro Peruano?



Sabido es que el optimismo de los peruanos, mal administrado por políticos de
turno, siempre fue un mal consejero para alcanzar metas a lo largo de nuestra
historia.
Sorprende, por ello, que a pesar de que las voces más pensantes indican que
tomemos las cosas con calma, y no sobre-dimensionemos el valor de la identidad
peruana (afortunadamente hoy con una refrescante cantera de nuevos personajes
con éxito internacional), existan voces que cometen el mismo error de cantar victorias
antes de tiempo.
Un ejemplo palpable lo protagonizaron, hace unas semanas, el ex vicepresidente
estadounidense Al Gore, quien dijo que muy pronto se hablará del “milagro peruano”,
refiriéndose a que nuestro país podía convertir el problema ambiental en un generador
de oportunidades, gracias a la riqueza de nuestros productos orgánicos y diversos ecosistemas,
y que podíamos impulsar negocios innovadores generadores de empleo y al
mismo tiempo conservar el medio ambiente en el cual vivimos. Se refería, obviamente,
a negocios como la reforestación amazónica, que muy pronto liderará grandes iniciativas
de inversión privada en el Perú, por citar un ejemplo que conocemos de cerca.
Lo cierto es que esta afirmación, más alegórica y lúdica, que producto de una elaboración
técnica o científica, tuvo un eco inmediato en las declaraciones de nuestro
primer mandatario, quien con la “humildad” que lo caracteriza últimamente, manifestó
que él ya había mencionado el “milagro peruano” mucho antes que Al Gore, y
que le sorprendía que recién los medios de comunicación le den cabida cuando un
extranjero lo decía.
Más allá del autor de estas afirmaciones, creo que debemos explicar mejor de qué
“milagro peruano” hablamos. El Presidente nos habla de un “milagro económico” que
no es producto de su gestión gubernamental, sino de una apuesta ciega del emprendedor
nacional privado, a pesar de un perro del hortelano que lejos de disminuir su
presencia en el Estado ha terminado por coparlo bajo su modalidad partidaria.
Nos habla también de un “milagro político y social”, que intenta simbolizar en más
de 130 mil obras de infraestructura hechas durante cuatro años de gobierno, y olvida
que esa tarea --por si no se lo recuerdan sus asesores inmediatos— es parte de la obligación
que tienen los miembros del Ejecutivo, y la razón por la cual fueron elegidos.
Las elecciones presidenciales son un buen momento para recordar a todos los
candidatos que están obligados a cumplir este tipo de responsabilidades por Ley, y
que no pueden presentarlos como “logros de gestión”. No nos vendamos simulacros.
Los ciudadanos peruanos estamos hoy más informados, y exigimos políticas públicas
coherentes que trasciendan varios gobiernos.
El espectacular crecimiento económico del país, por cierto, a pesar de la crisis
financiera internacional, es consecuencia de aspectos sui generis que vive el Perú.
Destacan los altos precios de los commodities y minerales, y ahora último el crecimiento
de nuestra industria y el sector construcción. El reto es que cuando los precios
de los comodities bajen sigamos sosteniendo los índices de crecimiento en los otros
dos. ¿Podremos conseguirlo?
Eso no significa que no se promueva ese pragmatismo necesario para conquistar
nuevos mercados que debemos tener los peruanos, con el fin de consolidar las
bases de un desarrollo capitalista en el Perú. En eso coincidimos todos, o casi todos,
salvo aquellos personajes que prefieran volver a sistemas
mesiánicos, donde la iniciativa individual es castrada por
el “interés colectivo” de unos cuantos, y donde aún se
cree que la riqueza de un país es producto de un milagrito
espontáneo.
Juan Carlos Ruiz
Director
jcruiz@perucam.com
juancarlos.ruiz@atikconsultores.com

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